Pintura y Dopamina
¿Qué pasa cuando estás inspirado, en tu mejor momento, pintando con fuerza, con libertad, con acierto? Estoy seguro de que en ese momento mi nivel de dopamina es alto. No sé si se han hecho estudios midiendo esos porcentajes de dopamina natural o artificial cuando estamos en ese punto álgido, creativo, pleno de energía y vibración y pintamos de manera más rotunda y quizás acertada. Es más, hasta que no llega ese momento de «inspiración», es preferible no tocar mucho el cuadro, porque posiblemente lo estropearía. Es el momento cuando estás todavía en un nivel bajo de efecto del medicamento dopante, la levodopa, de hacer otras cosas menos arriesgadas, ordenar y limpiar los materiales, hacer los colores, y poco a poco visualizando acompañando esa subida de concentración en mi cerebro del neurotransmisor, que me he convertido en un pintor con Parkinson. Enfermedad terrible por sus efectos degenerativos. La vida es así de dura e injusta, pero lo que yo tengo claro es que la vida es preciosa y hay que valorar lo poquito o mucho que tiene de bueno. El amor, la armonía personal, el gusto por la buena mesa, los amigos y amigas, la música maravillosa que esos genios, casi dioses, han realizado, para nuestro disfrute… y yo lo disfruto profundamente. En serio, amigos y amigas, tengo mucha suerte y quiero seguir viviendo disfrutando de todo y sobre todo de la pintura. La pintura me produce un disfrute especial. Es un arte que a mí me llena y nunca me canso de ver y hacer pintura. Tiene una carga terapéutica enorme, es decir, que es capaz de hacerte salir de esos momentos de depresión y de tristeza, que nos acompañan sí o sí en nuestra existencia. La belleza del color, de la composición, la forma, etc. Agradezco a la vida que me haya enseñado a valorar todas esas cosas. Me considero un pintor profesional en ese sentido porque soy capaz de entender y disfrutar de todo. Todo me gusta y eso lo considero como una virtud y parte de la obligación que tenemos los profesionales de artes visuales, tanto si son profesores como si no, pero naturalmente más si son maestros, porque tienen que entender todo lo que realizan sus alumnos. Como profesor y guía tienes que identificar como es ese alumno, cuál es su tendencia natural, y no solo valorar lo realista, o cercano a lo que vemos, como suele pasar, los profesores deben conocer todas las expresiones visuales para también ayudar a desarrollar la creatividad de los alumnos llamados hápticos o subjetivos, que son los que, por esa falta de conocimientos del profesor, creen que no saben pintar, porque la equivocación es asociar el saber pintar con el saber copiar la realidad fielmente cuando no es así. De esa manera, el alumno/a se desmotiva y piensa que él no sabe pintar cuando posiblemente disfrutaría con la pintura en plena libertad creativa. Con el conocimiento de los momentos abstractos y su didáctica, se puede ganar mucha afición a la pintura. Es verdad que el lenguaje abstracto es difícil de entender, pero es necesario que hagamos un esfuerzo para darlo a conocer. Estudiar y practicar el cubismo, la abstracción geométrica, el expresionismo, fauvismo, y todas las corrientes innovadoras del este y el pasado siglo XX, en que se rompieron muchas normas y tocaron lo más profundo de lo espiritual en el arte, como señalaba Kandinsky en su famoso texto. El primitivismo, todos hemos oído la frase ¡Esto lo hace mi hijo!, claro, el arte infantil y su concepto de máxima espontaneidad tiene mucha influencia en el arte contemporáneo, su autenticidad y valores estéticos, son fuente de inspiración en muchos pintores que buscan una pintura más dominada por conceptos plásticos, alejándose de la representación clásica. Es grande la influencia que ha tenido en los movimientos de primeras vanguardias y en general en la pintura que se ha realizado en el s. XX.